Damià Barceló , director del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA) , uno de los científicos catalanes más citados universalmente , nombrado recientemente Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lleida (pendiente por culpa del COVID-19), ha participado en uno de los primeros estudios a nivel internacional que realiza una evaluación crítica global sobre los efectos del COVID-19 en la lucha y las leyes contra la contaminación de los plásticos.
Este estudio lo acaba de publicar la revista internacional Science of the Total Environment , con el título Repensando y optimizando la gestión de los residuos plásticos bajo la pandemia del COVID-19: soluciones políticas basadas en el rediseño y la reducción de plásticos de un solo uso y de los equipos de protección individual y lo firman un equipo de expertos de la Universidad de Aveiro (Portugal), Dalhousie University, de Halifax (Canadá), y del ICRA , integrado por Ana L. Patrício Silva, Joana C .Prata, Tony R. Walker, Diana Campos, Armando C. Duarte, Amadeo MVM Soares, Damià Barceló y Teresa Rocha-Santos .
El estudio presenta un resumen razonado de la situación actual y de las directivas vigentes sobre los plásticos y la evolución de las políticas gubernamentales sobre el uso de los plásticos, la producción y gestión de los residuos durante la pandemia. Sigue los principales acuerdos internacionales (Convención de Basilea, 2019; la Ley del Mar de las Naciones Unidas, UNCLOS; la Convención Internacional para la prevención de la contaminación de los barcos, MARPOL; GESAMP y GPLM, entre otros). Hace un mapamundi muy interesante donde marca los límites legales vigentes en cada país respecto a los Plásticos de Un Sol Uso, estipulados por la UE (Comisión, Parlamento y Consejo), EE.UU. y hasta 127 países. Y hace otro sobre la política de bolsas de plástico, donde muestra a los países donde rige la prohibición o una tasa, que se encuentran en entredicho. Y todavía hace un tercero sobre el uso obligatorio de mascarillas por países.
Algunas cifras
Los plásticos desechables representaban en 2018 el 46% de los residuos plásticos globales. Con el COVID-19, esta cifra se incrementará notablemente.
Según WWF (World Wild Fund For Nature) se están introduciendo en la naturaleza al menos 10 millones de mascarillas cada mes: en el supuesto de que haya una gestión incorrecta de sólo el 1% de los residuos –en realidad esta cifra puede ser al menos 10 veces más–, tenemos que el 1% representa unos 30.000-40,000 kg de mascarillas que van al medio natural cada mes como mínimo.
La gestión del incremento de residuos de plásticos debido al COVID-19 se realiza a través de vertederos o bien quemándolos. Por tanto habrá un incremento de gases de efecto invernadero y de compuestos tóxicos.
En China la producción de mascarillas se ha incrementado un 450% en un mes (de 20 millones a 110 millones en febrero de 2020). Sus tejidos llevan polipropileno o polietileno que termina en microfibras microplásticas en el fondo de los océanos y de los sedimentos.
Junto al incremento de la producción, existe el incremento de la mala gestión de los residuos plásticos que tiene unos efectos fatales sobre las causas del cambio climático.
Recomendaciones
La actual pandemia del COVID-19 ha hecho patente la dependencia de la humanidad respecto al plástico como material y la fragilidad del sistema de gestión de residuos y de la reducción de los plásticos. Las pandemias no son nuevas en la historia de la humanidad y por tanto la búsqueda de soluciones debe ser prioritaria, ahora más que nunca. Y esto implica nexos directos entre políticos, industria e investigación.
Algunas de las directivas ya adoptadas sobre los plásticos deben hacerse realidad ahora más que nunca. Durante el COVID-19, se ha multiplicado el uso de plásticos desechables y de material protección individual y, por ello, es prioritario repensar y rediseñar los plásticos (por ejemplo, el desarrollo de soluciones a un precio asequible basadas materiales bios y respetuosas con el medio ambiente), junto con la mejora de métodos de reciclaje para asegurar un final de vida apropiado para estos productos. Deberían producirse alternativas reutilizables (por ejemplo en los equipos de protección individual) y deberían incentivarse financieramente (a nivel del sector industrial correspondiente).
Con la salud pública como máxima prioridad, las implicaciones del COVID-19 en el medio ambiente siguen siendo infravaloradas. Aunque el número de los estudios que examinan el impacto medioambiental de la pandemia del COVID-19 (p. ej., en la calidad de aire, la huella de carbono) está creciendo día tras día, queda poco claro el alcance del “impacto” físico de la contaminación de plásticos durante el COVID-19 y lo que va a pasar a largo plazo.
La masa de residuos generados a causa del COVID-19 de hecho amenaza los métodos existentes de gestión de residuos, significando que la diseminación/contaminación de plásticos puede comportar riesgos gravísimos tanto para la salud medioambiental como la humana. Por eso es imperativo incrementar la monitorización (estudios acuáticos, terrestres y aéreos) de los residuos plásticos post COVID-19 en todo el mundo. Es necesario incentivar el movimiento social de la Ciencia Ciudadana porque puede ser una gran contribución a esta causa. Además, deberían priorizarse los estudios que examinan el destino, el comportamiento, la degradabilidad y los efectos de los equipos de protección personales y sus aditivos, que son una potencial plataforma para los patógenos y tienen capacidad adsorbente de contaminantes químicos. La producción de plásticos debería desvincularse de recursos basados en combustible fósil como los derivados del petróleo.